Elegí un camino para
descifrar el amor,
el encanto mágico de la poesía,
las virtudes contenidas
en el laberinto de palabras
y el cálido apetito
de escribir con el alma.
Cada gota de ilusión
convertida en deseo,
cada palabra viva
creciente en la distancia.
Alimento espiritual
que los entes me inculcaron
aprender a buscar la felicidad
entre lo inexistente,
lo real y lo imposible.
Heredo las gotas frías
y bellas del invierno
son la tinta que escribe
mi inmortalidad.
Riegan con deseo
los jardines de tu cuerpo,
moldean la virtud con su
infinito manto de besos.
Somos el destino
escrito en el universo
el azar de estas líneas
que el tiempo leerá.
Seres intrínsecos
unidos por el oráculo,
la tentación que resplandece,
la luz perpetua
que siempre nos unirá.
