Una vez muertos,
¡¡ohh!! Elestigia
tus aguas turbulentas, escabrosas
más antigüas que la conciencia
son nuestra angustiosa morada.
Sin aliento, sin vida
almas herrantes vagan
por el vacío infinito y eterno.
Barquero del Hades,
el mundo de los muertos
espera por estas almas en pena,
allí en el horizonte de las sombras.
Oscuro y aciago destino,
los difuntos con un óbolo
¡¡ohh perturbador Caronte!!
te pagamos.
Debajo de la lengua
reposa la moneda;
solo la usaremos,
si al final atravesamos
al otro lado.
Cruzada esa frontera
sometidos al juicio oscuro,
¿dónde seremos enviados?,
¿a qué zona del inframundo?.
Río Leteo,
bebemos tus aguas,
así bebemos el olvido
de toda vida,
de toda existencia terrenal.
Lo vivido ya no existe,
yace la memoria,
se desvanece todo sentimiento
mientras el corazón latía.