Antes de todo,
todo era precisamente desolado;
los fragmentos enmudecidos resucitan ahora,
aquellas horas amargas que transcurrían lentamente
entre la desesperación eterna del silencio,
ahora son la cavidad visceral que divide
en susurros los recuerdos.
Sembraste un cielo oscuro
justo en medio del incansable tormento;
buscarme siempre,
desaparecer mirándome,
reanimar los falsos latidos
atrapados en mí mismo,
en sí mismo.
Suben las pupilas sin encontrar su sitio,
mueren invadiendo el iris congelado cuando miro;
abro un túnel colmado de inversiones,
un estado melancólico que transporta pensamientos
a mundos probables para ti,
a mundos improbables para mí.
Ajeno,
cultivo los desórdenes agraciados de talento
donde mi forma semántica
conspira para alcanzarme
entre la grandeza de las sombras.
Similarmente,
lo similar se hace complejo
en mi sombrío estado,
si al cruzar la inversión
muero hacia adentro,
desde dentro…
