Poesía

Atavismo

Oropéndola que cantas como el nirvana
en los vacíos fondos marinos,
como la sangre inquieta sin esperanza.

Eres el grito inguinal de la helada tranquilidad;
eres la sombra absurda y velada
que gime lúgubre como serpiente.

Tu precario hechizo delirante
canta suave entre humos fríos
al rostro de su encantador emporio.

Manipulas los sueños más oscuros,
los vapores esperan cerca de una caricia
tu veleidoso espíritu revoloteante.

Manantiales de miel gozosa
desnudan esa cárcel inconforme,
vives como la miel que suavemente muere.

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