Suspendida en aquella nube de humo cilíndrico después de ver aquella luz mínima y centellante ligeramente podía mover mis ojos cálidos, el cuerpo inmóvil suspendido bajo sus miradas.
Mensajes telepáticos recibidos en mi mente, paz y tranquilidad recorrían mi cuerpo mientras veía mi reflejo a través de sus grandes ojos color azabache.
Su piel perfecta similar a la de los delfines, sin gestos en sus rostros, brazos largos y delgados, cabeza grande y desproporcionada, nariz y boca en forma de raya sin género definido de lenguaje incomprensible y murmurezco.
Así eran los seis visitantes de aquella madrugada envuelta por la tormenta en la que fui abducida, elegida para recibir sus mensajes que paulatinamente a modo de señales marcarían mi existencia en los momentos más difíciles.
Abro mis ojos después del misterioso viaje, tan solo transcurrieron trece minutos desde mi partida, pero allí en aquel cubículo mi estancia duro inexplicablemente más de tres horas.
Abducción 6 forma parte de mi destino…
