En el corazón de un pueblo olvidado se alzaba una antigua tienda de antigüedades, llena de objetos siniestros y enigmáticos. Nadie conocía al dueño, pero se rumoreaba que era inmortal.
Un día, un joven músico se adentró en la tienda en busca de un nuevo violín. Llevaba años buscando uno, pero todos los que había probado le parecían insulsos. Ansiaba un violín que fuera más que un simple instrumento.
El propietario de la tienda le mostró un violín antiguo, de madera oscura y con el grabado de una tenebrosa figura en su base. La madera estaba cubierta de un polvo oscuro como si fuera la piel de un ser demoníaco.
Las cuerdas del violín parecían tener vida propia, emitían un sonido discordante y agudo que erizaba los pelos.
El joven se sintió fascinado por el instrumento y le preguntó al dueño acerca de su origen.
Este le contó que lo había fabricado un célebre luthier en el siglo XVII, con el propósito de interpretar la música del inframundo. Según la leyenda, el violín podía resucitar a los muertos si se ejecutaba la melodía adecuada.
El joven músico se estremeció al escuchar la macabra historia, pero no pudo resistirse a la tentación de tocar el tenebroso violín. Lo compró y lo llevó a su casa.
Nada más llegar, lo sacó del estuche y empezó a tocarlo con curiosidad y admiración. Al principio, todo iba bien, pero pronto notó un cambio en el ambiente. Las luces se apagaron y una niebla densa y helada invadió la habitación.
Entonces, el joven percibió una presencia detrás de él. Se giró y vio a un hombre anciano que salía de las sombras y se acercaba con una sonrisa malévola.
El hombre era su padre, que había fallecido unos años antes. La aparición le observó con ojos vacíos, sin vida, pero de pronto, abrió la boca y comenzó a hablar.
El joven músico estaba petrificado de terror, pero la aparición le dijo que había sido revivido por la música del violín. El joven no podía creer lo que oía, pero decidió hacer lo que cualquier hijo haría: acercarse y abrazar a su padre.
Esa noche, se enteró de que el violín tenía un gran responsabilidad. Podía resucitar a los muertos, pero también podía invocar a los demonios del inframundo si se desafinaba una sola nota.
Decidió que el violín debía ser devuelto a la tienda de antigüedades para que permanezca oculto en un lugar secreto. Juró nunca volver a tocarlo a pesar de que el instrumento era una joya para los amantes de lo macabro y lo sobrenatural, pero también un peligro para aquellos que osaran interpretar música con él.
Desde entonces, el violín permanece allí, aguardando a que alguien lo encuentre de nuevo y libere su oscuro poder. Pero por ahora, el joven músico prefirió que la vida era lo suficientemente dura sin tener que enfrentarse a la consecuencia de resucitar a los muertos.