Acabo de descubrir algo aterrador sobre mi propio cuerpo. Hace unos días empecé a sentir un dolor agudo en el lado derecho de mi rostro, en la zona del ojo, nariz y mandíbula.
Pensé que se produjo de neuralgia del trigémino, una condición que causa dolor extremadamente intenso y agudo en la cara, pero nunca imaginé lo que vendría después.
El malestar empeoró día tras día, hasta que finalmente me di cuenta de que algo iba muy mal. No podía comer, dormir ni hablar sin sentir un dolor punzante en el rostro.
Fui al médico y me recetaron analgésicos, pero no parecían hacer nada para aliviar mi sufrimiento.
Entonces una noche mientras intentaba dormir, sentí algo extraño en mi cara. Era como si algo estuviera moviéndose debajo de mi piel, algo que nunca había sentido antes. Me levanté de la cama y me acerqué al espejo. Lo que vi me horrorizó.
Mi rostro había cambiado. Mis ojos eran más grandes y oscuros, y mi boca se había torcido en una mueca siniestra. Pero lo peor de todo fue lo que vi debajo de mi piel.
Había algo retorciéndose y moviéndose, algo que parecía estar vivo. Era como si mi nervio trigémino se hubiera vuelto loco y hubiera creado una criatura monstruosa dentro de mi cabeza.
Tenía la forma de un número 3 con una especie de patas peludas y puntiagudas.
Intenté gritar, pero mi boca se negó a formar palabras coherentes. Me di cuenta de que algo había tomado el control de mi cuerpo, algo que no podía explicar ni entender. Me arrastré hacia la puerta de mi habitación, pero mis piernas no respondieron. Era como si estuviera atrapado dentro de mi propio cuerpo, siendo controlado por una fuerza desconocida.
Finalmente, después de lo que parecieron horas, el dolor desapareció y la criatura dentro de mi cabeza se calmó. Miré de nuevo en el espejo y vi mi rostro volver a la normalidad.
Pero no puedo dejar de pensar en lo que acabo de experimentar. ¿Qué fue eso? ¿Me volverá a ocurrir?
Me doy cuenta de que algo ha cambiado en mí para siempre. Ya no soy la persona que solía ser. Ahora soy algo aterrador, algo que no puedo controlar. Y temo que lo que sea que me haya poseído está esperando para tomar el control una vez más.