Desde niño siempre he sido un apasionado de la música y el violín. Durante mis años de formación me esforcé por convertirme en un músico virtuoso y logré tocar en algunos de los mejores teatros de Europa durante la época del Renacimiento.
Mi devoción por la música y el arte me llevó a buscar nuevos horizontes, pero también me condujo a un encuentro terrorífico con un acorde misterioso que según la leyenda tenía poderes malignos, como invocar al diablo en el mundo real o controlar la mente y el alma.
Ahora estaba obsesionado con encontrarla y saber más sobre ella. Así que, comencé a investigar y leer sobre el tema en un manuscrito antiguo que contenía una partitura con la melodía maldita.
Lo que descubrí me dejó perturbado, pero al mismo tiempo, sentía una irresistible atracción por conocer más sobre este intrigante enigma.
Me llamaba tanto la atención por su singularidad y decidí incluirla en el repertorio de mi próximo concierto.
Esa noche, en el escenario comencé a tocar y al momento de interpretar la misteriosa nota, me invadió una extraña euforia y algo dentro de mí cambio.
La sala se llenó de un sonido ensordecedor, todo lo que me rodeaba comenzó a girar, la luz se apagó y empecé a escuchar voces y risas diabólicas. De repente una tétrica presencia se apoderó de mí.
No supe cuanto tiempo estuve allí, pero cuando desperté, estaba en un psiquiátrico atado con una camisa de fuerza.
Me dijeron que había perdido la razón y que había causado un gran estrago en el teatro, destruyendo todo lo que encontraba a mi alrededor. No podía recordar nada.
Vivo aquí encerrado, atrapado en mi propia locura, atormentado por estas voces y sonrisas macabras que resuenan en mi mente.
Ese fue mi último concierto, decidí tocar la nota del diablo y lo pagué con mi cordura.
