La máscara del maletero era una leyenda urbana en mi pueblo. Cuentan que en algún momento alguien encontró una extraña máscara dentro del maletero de un auto abandonado en el bosque. Nadie sabía quién la había dejado allí, ni por qué estaba en el maletero.
Dicen que tenía poderes sobrenaturales y una vez que te la ponías, te transformabas en una especie de monstruo.
La máscara en sí era una pieza de artesanía única, elaborada con madera tallada a mano. Su diseño era extraño y desconcertante, con una forma ovalada que parecía estirarse en las esquinas hasta formar dos puntos agudos que apuntaban hacia arriba.
La madera oscura estaba grabada con intrincados patrones que se retorcían y se enroscaban, dando la sensación de que la máscara estaba viva y respirando. Los ojos y la boca estaban pintados en rojo sangre, dándole un aspecto demoníaco.
A simple vista parecía una obra de arte macabra, pero algo en ella hacía que la gente se sintiera incómoda y desagradablemente observada pero a la vez atraída por su misterio.
Sin pensarlo dos veces, el valiente o imprudente decidió ponérsela. De repente, todo su cuerpo comenzó a temblar y su mente se nubló, notó que su visión se distorsionaba y se volvía borrosa.
El aire se sentía pesado, difícil de respirar y la persona empezó a sentirse ansiosa, nerviosa, experimentando una sensación extraña e inquietante.
Le invadieron visiones perturbadoras y terroríficas en las que veía imágenes sangrientas de sufrimiento y muerte, mientras escuchaba voces que le decían cosas terribles al oído.
Lo peor de todo fue lo que vino después. La máscara lo poseyó, convirtiéndolo en un monstruo incontrolable con extremidades largas y delgadas provistas de afiladas garras. Su piel estaba cubierta de escamas punzantes que brillaban en la oscuridad.
Emitía un sonido ronco y profundo que resonaba en su pecho, lo que provocaba mucho miedo y opresión en aquellos que lo escuchaban.
La máscara del maletero había dejado una marca indeleble en su mente y alma, nunca volvería a ser la misma persona otra vez.
Desde entonces, cada cierto tiempo alguien encuentra el auto abandonado en el bosque y aunque todos saben lo que puede pasar si se acercan demasiado, la curiosidad siempre gana y la leyenda sigue viva.
