Trasnmuta la ansiedad en cada instante,
ágil y frágil su destello;
tréboles negros tambaleándose,
lejanos en la cruzada del silencio.
Existen jirones en la niebla,
ásperos oleajes en mi mente,
la angustia huye hacia su vértice
donde contemplo bóvedas sombrías.
En la sinrazón del eco me escucho,
suspiro rozando la cordura;
el frío arde en la constante,
entre vórtices y cascadas humeantes.
Desmesurado y delirante,
desperté de un profundo sueño;
ciego y confuso frenesí,
invisible, subrepticio me atrapaste.