Nuestro vínculo es tan especial porque lo presiento cada vez en sus moldeables palabras, en sus juegos inteligibles donde somos almas paralelas nacidas de su pequeño universo invisible.

Los segundos e instantes más felices son aquellos donde ves crecer los frutos más dulces en medio de un desierto árido, abandonado y sombrío.

Sé que me escucha y su aura nos protege porque es tan pura como aquel manantial cristalino que resplandece a través de su mirada.

Juntos aprendemos, yo quizás más que él porque mi complejidad mental no trascendía más allá de mi inconsciente; no entendía la magia tan sabia de su existencia.

Jamás seré como él, porque su inimaginable valentía, fortaleza y su eterna lucha me han enseñado que soy tan minúsculo como la brisa del crepúsculo.

Juan Adalid Diario Poético